Tiempo de sobremesa en Madrid

Seguimos visitando lugares donde comer bien y disfrutar de un «momento sobremesa» digno de príncipes.

Hoy acudimos a un lugar muy especial. Porque los hoteles disponen de espacios que, además de ofrecernos unas opciones de menú muy satisfactorias nos lo hacen en un escenario propio de dioses.
En este caso, el restaurante está ubicado en la antigua biblioteca del marqués de Santo Mauro, que da nombre al hotel. La atmósfera que te envuelve en este lugar es la más adecuada para una cita romántica o una celebración de las importantes.
Comenzamos con una ensaladilla de claras con buey de mar y caviar, para degustar una mezcla perfecta de ingredientes que consiguen un sabor exquisito. Ligera y deliciosa.
Seguimos con unos raviolis del plin con ternera y patata al azafrán. La ligereza de un plato que a priori parece pesado es sorprendente. Una magnífica elección.
Se avecina una sorpresa: langosta con huevos fritos, suquet y papas fritas, un deleite para los sentidos. Urge cerrar los ojos y disfrutar…
La carne nos la acompañan con estas patatas fritas que solo con el aspecto ya nos han conquistado. Todo en este escenario de libros tiene otro color.

Terminamos con un postre tradicional: la torrija con helado, placer en dulce. La guinda del pastel. La antesala de una charla que nos gustaría no terminar nunca.

Cambiamos de escenario pero seguimos en la idea de comer como reyes, en esta ocasión con unas sugerencias originales, mezcla de Oriente y Occidente.

Salvaje es un espacio fresco, moderno, atractivo, con la belleza de lo étnico y la calidez del trato más afable. Porque la decoración también es un disfrute para los sentidos.

Nos sentamos dispuestos a dejarnos sorprender, acunados por los colores y la música de fondo.

Vamos a probar alguno de los platos que nos proponen: comenzamos por unos langostinos en tempura con wasabi, con un rebozado tan fino que se saborea especialmente el langostino y una salsa suave, de ligerísimo toque picante.
Optamos por un «rollo dinamita», relleno de cangrejo y envuelto en hoja de soja, acompañado de mantequilla trufada. Una delicia de plato, exquisito, suave y muy jugoso.

Rematamos con un «Salmón Crispy Rice» con huevas de salmón y cilantro, sobre tira de especiado, un sabrosísimo plato apto para los poco amantes de los japos.

Hemos disfrutado de un magnífico almuerzo en un ambiente tremendamente agradable.

Comer en un invernadero tampoco es una mala opción. Disfrutaremos de la luz que se cuela por las cristaleras para iluminarnos la sobremesa.

Un local con espacios diversos, para la charla y la restauración, para el verano y para el invierno.

Hemos optado por empezar por la estrella de la casa: sus famosos torreznos, crujientes, en su punto.

Que soy fan de las croquetas no lo puedo negar; si son como estas de jamón, el gozo es grande.

Otro de mis platos favoritos: las alcachofas. En esta ocasión, fritas con emulsión de aceitunas verdes. Una delicia.

Unas albóndigas al curry acompañadas de arroz basmati es siempre una buena idea: suaves, ligeras y con el punto justo de especia.

Un plato que me encanta pero que en pocos sitios (más allá de Fismuler o el mercado de Viena) está tan exquisitamente conseguido como aquí. El Schnitzel es fino, grande, de rebozado perfecto, el plato fuerte ideal para terminar una comida de Reyes.

De postre,  una tarta árabe, típica de la casa, ligera y muy sabrosa.

Que no nos falte nunca un momento de tertulia de sobremesa.

DÓNDE:

La biblioteca de Santo Mauro

Hotel Santo Mauro

C/ Zurbano 36M

Madrid

Salvaje Bites Madrid Galería Canalejas

Food Hall Galerías Canalejas

C/ Alcalá 12

Planta baja

Madrid

El invernadero de los Peñotes

Plaza de la Botánica 1

Alcobendas M

Madrid

El realismo íntimo de Quintanilla

La belleza de los objetos más cotidianos a veces nos pasa desapercibida. La belleza más íntima, más ligera, más nuestra impregna los objetos que usamos cada día, y que a veces nos ayudan a recordar a quien ya no está.

Hoy vamos a hacer un homenaje a esos objetos con la visita a la exposición de Isabel Quintanilla, autora madrileña estudiante de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde contactó con el grupo llamado «realistas de Madrid».

Ahí es donde conoce a un escultor, Francisco López, con quien se casaría y se marcharía a Roma, donde nos ofrece toda una serie de pinturas que reflejan el paisaje típicamente romano, con su característica luz.

Desde sus primeras obras vislumbramos ya su gusto por la descripción minuciosa de los objetos, por ese realismo tanto en el detallismo como en la temática, eligiendo objetos cercanos colocados en bodegones.

Quintanilla pinta los objetos más cotidianos: los vasos de Duralex, las flores de crecimiento cercano, las texturas de las paredes o azulejos.

Sus creaciones de naturalezas muertas incluyen frutas de su consumo diario, frutas, verduras y todo tipo de menaje de cocina; cada uno de los elementos que utilizamos diariamente, con un tratamiento de luz y sombra propio del realismo más impactante.

A través de sus pinturas, Quintanilla nos deja ver sus espacios cotidianos, los lugares donde vivió y donde pintó, reflejando la luz, la vegetación y sus interacciones; las habitaciones, las ventanas desde donde ver la calle

Los lugares donde se desarrollan las actividades de las personas están recreados para transmitir un ambiente intimo sin presencia humana; la representación de objetos de uso diario nos dan la imagen de esa cotidianidad tan real.

Nos causa una tremenda emoción ver esos objetos cotidianos, algunos de los cuales se quedaron en la memoria de nuestra infancia: esos «pintauñas», las baldas de cristal, parecería que se puede oler la colonia de la abuela.

Ese clavel blanco, esa luz entrevista, esa sombra del vaso, la textura del vidrio, cada una de las hojas y los tallos de la flor nos desvelan una maestría en la factura pero, sobre todo, el reflejo de un alma de amor al arte, de amor a la belleza.

DÓNDE:

«El realismo íntimo de Elvira Quintanilla»

Museo Thyssen Bornemisza

Paseo del Prado 8

Madrid

Leer para escribir II

Seguimos hoy hablando de libros que ayudan a escribir. Para limar vicios y atrapar a las musas.

No leo a Stephen King (el tiempo es limitado) pero este es uno de los mejores libros que se han escrito sobre escribir. Porque aprender es un privilegio y aprender de quien ha venido antes que nosotros es de sabios. Un recorrido sobre su vida, lo que le llevó a escribir y qué es y qué no es en la ciencia de la escritura. Con estilo desenfadado, nos conduce de una forma ingeniosa a través de los vicios en la escritura.

Este delicioso libro es una bocanada de aire fresco que nos introduce en el mundo de las publicaciones y la forma de enfrentarse a ellas., cómo mirar las obras con los ojos de su tiempo y no caer en la «censura» fácil. Con mucho humor, el autor nos lleva a la reflexión sobre lo «políticamente correcto».

La Durás nos regala uno de esos sorbos de buen vino alrededor del amor y de las letras. La lectura y el deseo se entrecruzan hasta formar parte de uno mismo. Una sola frase resume el porqué del escribir: «Para poder callar y hablar al mismo tiempo».

Bradbury, con un estilo muy personal, nos ofrece en este tratado once relatos sobre la escritura: sus motivos, temas elegidos, dónde se encuentran las «musas» y las historias. El autor nos explica los recovecos de un impulso inevitable: el de escribir.

Cuando uno se topa con un libro como éste, donde la enseñanza rezuma por cada una de sus páginas, calla y da la palabra al que sabe. Y si se trata del mismísimo Ernest Hemingway dándonos las pautas para el oficio de escribir, no hay nada más que hablar.

Todos los libros propuestos aquí están no-reseñados en mi cuenta de IG y Facebook.

CONTINUARÁ

Tiempo de sobremesa en Valencia

Tomamos rumbo al sol y nos vamos a comer al borde del mar, a una de las ciudades donde más «yo» me siento, donde la sobremesa es más larga porque viven algunas de las personas con quienes más me gusta compartir mesa y charla.

«La Sastrería» es un templo de la cocina, un lugar original y que ha revolucionado el ambiente del barrio de El Cabanyal. Su decoración atrevida,

sus espacios ingeniosamente relacionados hacen del restaurante uno de los más interesantes de la ciudad.

Para un aperitivo, comida rápida o largo menú, este restaurante es una opción a tener en cuenta.

En esta ocasión, vamos a disfrutar de un relajado almuerzo de esos que llevan larga sobremesa incluida. Empezamos con unas piparras, aderezadas, exquisitas… Diferentes.

Seguimos con una ensaladilla cremosa de changurro y encurtidos; una original mezcla de sabores donde la suavidad casa con la acidez de una forma impresionante.

No queda otra que apostar por el arroz: en este caso optamos por el arroz meloso de gambas. Pocas veces (y estamos acostumbrados al arroz perfecto) se saborea un caldero tan delicioso: muestra de ingredientes muy bien elegidos con una preparación cuidada. Se nota el arroz de la Albufera.

Poco hueco queda para el postre, pero nos atrevemos a probar la recomendada tarta de queso con toque de Stilton y sorbete de frutos rojos, digno colofón de una comida exquisita. La sobremesa en este lugar es feliz.

Nos movemos a la playa de La Patacona para llegar a La Chipirona Playa donde podemos disfrutar no sólo de una comida interesante sino de la cercanía del mar y su brisa

El restaurante es divertido, casual, ideal para una comida de grupo donde la degustación va a ser preludio de charla y hasta fiesta. Hemos venido a celebrar.

Comenzar con una ensaladilla puede parecer aburrido, pero si se trata de una rusa coronada con tartar de atún y crujiente de papadum ya la cosa cambia.

Si añadimos una fritura de chanquetes, crujientes, sobre ajoarriero y huevo frito, ya la comida se convierte en un acontecimiento inolvidable. Este plato es .. especial.

Y claro, hay que probar el arroz, que tiene ese grosor que nos hace intuir su factura… Escogemos el Senyoret, y se nos hace difícil describir la delicia que supone degustar un arroz sabroso, realizado con materia prima de primera. No se me ocurre mejor ocasión que esta para una charla con copa de vino blanco frío en la mano.

No hemos sido capaces de elegir postre, así que nos proponen una degustación: torrija, tarta de queso y pistacho, «cachondeo de chocolate» con variadas texturas con y sin leche, tiramisú… Imposible continuar. Otra vez será.

La tercera opción nos lleva al «Marina Beach Club», en el vértice del puerto con la playa. Un lugar para comer, para descansar. Un lujo.

En la terraza o en el interior, en invierno o en verano, este es un lugar para «ver y ser visto». Piscinas, tumbonas, cercanía al mar y la arena… Un puro goce para los hedonistas.

Una decoración cuidadísima, elegante, y un ambiente relajado, hace de este lugar el más indicado tanto para una comida tranquila como para una celebración importante.

Cada uno de los detalles aporta una distinción cómoda, de recorrido fácil y ambiente muy acogedor a pesar de la variedad de espacios.

Cuando se va a comer un arroz, y nos hemos propuesto probarlos todos, una sencilla entrada de pulpo a la brasa es suficiente para dar entrada a una comida muy apetecible. En este caso, sobre una espuma de salsa verde y polvo de avellanas y café. En su punto de dureza y exquisito de sabor.

Cómo plato fuerte, en esta ocasión fideuá, de pescado y marisco, con fideo fino. Magistral. Y ni diez mil palabras más.

Sin postre, la sobremesa se alarga en cualquiera de los espacios de este club, al que habrá que volver para más «fiesta».

¡Que aproveche!

DÓNDE:

La Sastrería

C/ de Josep Benlliure 42P

Poblats Maritims 46011

La Chipirona Playa

Passeig Maritim de la Patacona 15

Alboraia

Marina Beach Club

Marina de Valencia

Poblados Marítimos 46001

Leer para escribir I

Cojo la pluma y pongo en negro lo que pienso, lo que siento, lo que imagino. Miro por la ventana y pienso cuál será la vida del que pasa, qué llevó a aquel personaje a decir, a hacer, a vivir o a morir. Invento cuerpos y almas, y pienso que soy ellos… 0 no

Hay libros que nos inspiran, que nos abren un camino hacia las letras, que nos colocan en la pista de despegue, nos lanzan a volar…

«La escritura como un cuchillo», de Annie Ernaux, reivindica lo que se mal llama «autoficción»: el afán de escribir lo que se siente, lo que se vive… ¿Importa tanto quién viva lo que contamos? ¿O lo importante es el «cómo»?

Para escribir, leer, y «tener el don», por muchos cursos literarios que se hagan, ninguno enseña a retratar el alma…

Realidad o ficción, los dos ingredientes de un plato que, para cocinar, será necesario vivir.

«La vida con libros», de Ricardo Moreno, nos habla de la vida que llevan las personas que viven con libros. Porque quién quiere escribir se levanta y se acuesta con la mente en un libro, en personaje, en una escena, como quien ve pasar por delante de sus ojos la vida en el estado más puro.

Aprender a leer, leer aprendiendo es fácil con este autor, que nos señala que el recuerdo que deja el libro es más importante que el propio libro, pues sacará punta a nuestro lápiz de escribir.

Ya lo dice Vanni Santoni en «Para leer hay que escribir». Y leer mucho. Los pobres ilusos que creemos que podemos escribir deberíamos antes leer este manual de «lo que hay que hacer antes de empuñar la pluma».

Y no es nada fácil. Una guía para saltar de necesidad en necesidad, de aprendizaje en aprendizaje, antes de atrevernos. Aclarar dudas: ¿ Método o talento? ¿Son excluyentes?. Quizá siguiendo esta guía algún día alguien nos lea ..

Por supuesto, si una maestra nos habla de «escribir» hay que escucharla. Escuchar y guardar silencio, que es lo que hace un escritor cuando escribe. Decir adiós al mundo para atreverse a volar. Esa soledad del escritor es su libertad.

Con esta maestra aprendí que «escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos», y que como todo está ya escrito, lo importante es el «cómo «.

Thomas Wolfe, en «Historia de una novela», retrata a los osados que se atreven a intentarlo, que se permiten el lujo de poner negro sobre blanco ideas, inventos y hasta sueños.

Thomas habla de la agonía del principio y del final de las obras, de la angustia del folio en blanco, de la importancia de tener alguien cerca que crea en tus palabras, del editor como escudero y como guía.

Habrá segunda parte, y además:

Todos los libros están no-reseñados en mi cuenta de Instagram @carmenvillafuertesm

Si te da pereza buscarlas, mándame un MD y te las mando.

PORQUE LEER ES VIVIR DOS VECES

Tiempo de sobremesa en Madrid

Lo que más me gusta de las comidas fuera de casa es ese momento de charla, de tertulia, de intercambio de noticias. Y nada mejor que una mesa para ello. Una mesa con quién nos quiere alrededor.

Castizo es uno de esos lugares donde se vuelve una y otra vez. Donde se coma lo que se coma se acierta, y el trato favorece un rato de charla, de esa sobremesa que tanto me gusta.

Parece que en este lugar apetece la comida tradicional, así que comenzamos con un aperitivo de torreznos, opción castiza donde las haya. Crujientes y sabrosos, para no perdérselos.

La ensaladilla de Castizo es como la de casa, sin alardes estentóreos y con sabor . Un valor seguro.

Soy fan de las alcachofas. Y si están tan magníficamente cocinadas, con una plancha perfecta. Sencillamente exquisitas.

Estamos en Madrid. ¿Cómo no comer callos? Tiernos, sabrosos, en su punto justo de picor, acompañados siempre por ese trozo de pan que nos permitirá rozar el cielo con su salsa… ¡Ay, ese cielo de Madrid!

Como estamos en plan casero, optamos por probar la fabada. Si las fabes son tiernas, la morcilla jugosa, el tocino fresco y la mano del cocinero artista, estamos preparados para el postre.

Y no hay postre más castizo que la torrija. Para cerrar los ojos y dejarse llevar… Un día es un día.

La elegancia, el estilo y el buen gusto le dan a este restaurante un plus. Pero es que además, ahora puedo recordar a mí abuelo, que durante años trabajó en este edificio, antigua sede del periódico ABC.

Hoy el edificio se ha convertido en uno de los restaurantes más glamurosos de la ciudad, con diversos espacios a cual más atractivo. Desde su entrada monumental hasta los diversos salones,

pasando por su barra y su terraza, en cualquiera de los espacios se disfruta de la calidez de una decoración muy afortunada.

Hoy optamos por ensalada de tomate, fresones y sardina ahumada con vinagreta de higos, fresca, sabrosa y original forma de comer sano y ligero.

Seguimos con pulpo a la brasa con mojo rojo Nikkei, con el pulpo en su punto, y la patata y la salsa especialmente sabrosas.

Seguimos con una lasaña crujiente de rabo de toro con boletus y trufa, ideal para los amantes de la carne sabrosa y con un leve toque de trufa que no molesta (yo lo agradezco, como poco fan que soy de ella).

De postre, no podemos dejar de probar la afamada tarta de queso fluida; su característica textura casi líquida la ha hecho convertirse en una de las más reconocidas de Madrid.

Ya como capricho, compartimos también un plato que nos resulta delicioso: el bizcocho de limón y lima kéfir con sopa de jengibre. Una mezcla de sabores que desearás que no desaparezca del paladar.

Como fin de fiesta, el espacio y la ocasión exigen un combinado de los de la casa, pues una comida de amigos sin tertulia posterior no tendría el mismo valor.

Otro espacio donde disfrutar de una buena comida con sobremesa posterior es Berlanga, llamado así en homenaje al cineasta como demuestran diversas fotografías de sus obras que adornan las paredes.

En Berlanga encontramos un ambiente cálido, una decoración austera y un surtido de libros de cine que podemos hojear y consultar. Para amantes del arte en general.

Empezamos con unos Pamboli de sobrasada mallorquina con huevo para abrir boca. Empezar con un sabor tan mediterráneo nos va a llevar a los siguientes platos:

Alcachofas confitadas con lámina de foie de pato, una verdadera exquisitez para los amantes de esta verdura. Magnificas.

Hacemos honor a la especialidad de la casa: el arroz, a pesar de que casi nunca lo elegimos fuera de la terreta, hoy escogemos una paella de espinacas y gambón al que no podemos ponerle un pero… Puro sabor mediterráneo.

De postre, torrija briochelle con corazón de toffee casero, para acabar en todo lo alto en cuanto a sabores espléndidos.

Un buen lugar para una sobremesa de picoteo es Matute. El hecho de que esté ubicado en pleno Barrio de las Letras y en uno de los edificios modernistas más bellos de Madrid no hace sino aumentar su atractivo.

Un lugar donde los productos frescos se aunan con un trato original y atractivo, dándole a los platos de siempre un toque diferente.

Compartimos una ensaladilla rusa de presentación perfecta, con un toque cremoso muy de agradecer y puntos de hueva y atún externos deliciosos

Añadimos una tempura de verduras y gambones con mayonesa de Kimchi, con un rebozado ligerísimo que se hace agua al paladar. Acertadísimo plato.

En un menú de picoteo no pueden faltar las croquetas. Aquí son diferentes: de chuletón, jamón ibérico y chipirones; un carrusel de sabores que no dejan indiferente a nadie.

En la línea del rebozado exquisito, nos hacemos con unos boquerones. Crujientes como solo pueden estar cuando el rebozado está hecho a la andaluza, es un bocado delicioso.

Nos da para degustar un postre, y optamos por unos cremosos de chocolate blanco y chocolate negro. Con una textura suavísima, entre el helado y la mousse, es el colofón de sabor y color ideal para terminar cualquier encuentro gastronómico.

Aunque sin duda, lo mejor de todo, es compartir los momentos de charla con los amigos, algo que alarga la vida ( la buena, claro).

DÓNDE:

Castizo

C/ Velázquez 97 (aunque hay más en Madrid)

Torcuato

C/Serrano 61

Berlanga

Avda. de Menéndez Pelayo 41

Matute

Pza. Matute 12

MADRID

Veranear con el maestro de la luz

Hoy vamos a dar un paseo por el sol. Por el sol mediterráneo, por las playas y acantilados que el maestro Sorolla, el pintor de la luz, visitó en sus veranos de descanso en familia.

Vamos a disfrutar de la pasión de un pintor magistral que, en sus días de asueto veraniego, se afana en plasmar la belleza del día a día familiar, de esas escenas cotidianas que se desarrollan al borde del mar.

Escenas de los pescadores cuyo trabajo puede observarse desde la más temprana mañana, afanados en conseguir pesca para el sustento de la familia.

Atrapados entre el luminoso blanco de las pañoletas, el azul imposible del Mediterráneo y los ocres de las velas ondeando. La vida del trabajador en su entorno.

En otra dimensión, pero contagiadas también del ambiente de luz del mar y de la arena, personajes de la época que debitan el gusto por la placidez y serenidad que aporta el paseo por la orilla, en ese creciente gusto por las propiedades terapéuticas del mismo.

Los niños gozan del baño, y su carne destaca contra el azul creando un escenario de paz y disfrute que comienza a ser valorado cada vez más. El nuevo concepto de «veraneo» tiene su más claro exponente en las obras del pintor valenciano.

La muestra nos sorprende además con bocetos de obras archiconocidas como éste de «¡Triste herencia!», una de sus obras más conocidas y premiadas, y donde nos introduce el tema de la infancia desvalida. Un ejemplo de la importancia que Sorolla le dió en sus obras a los temas sociales.

De la luz del Mediterráneo a la del norte. Sorolla viaja hasta las playas del Cantábrico para plasmar la elegancia de lugares como Zarauz o San Sebastián, captando esa otra luz atrapada entre riscos y acantilados.

Sorolla ha ascendido en su vida social y nos presenta aquí personajes elegantemente vestidos, disfrutando del ocio del veraneo propio de las clases altas, inmersos en lugares donde se desarrolla una intensa vida social.

Una serie de pequeños lienzos, lo que llama «notas de color», nos muestran la maestría del pintor, que con dos pinceladas es capaz de mostrar todo un ambiente, con su paisaje y sus personajes.

Sentimientos encontrados en la librería de la exposición: por una parte, el magnífico libro de César Suárez, que nos acerca a la vida de Sorolla de una forma amena e interesante (podéis ver mi no-reseña en mi IG) y el de mi profesor en la universidad Carlos Reyero. Pero me falta uno de los más bellos, el del escritor Javier Alandes «Las tres vidas del pintor de la luz», que recomiendo encarecidamente.

DÓNDE:

Fundación Mapfre

Sala de Exposiciones

Paseo Recoletos 23

Madrid

Bucear en el color

Hoy queremos bucear en el color, pintar el aire, disfrutar de una explosión de luz, contemplar el emocionante arte del padre del Impresionismo, Claude Monet.

Disfrutamos de la colección que el hijo del artista heredó de su padre, su colección particular, un retazo de su día a día: 50 obras procedentes del Museo Marmottan de París, donadas por él y que el pintor conservó hasta su muerte en su famosa casa de Giverny.

Este recorrido por su obra nos lleva a conocer la trayectoria de su pintura, sus momentos, sus inspiraciones y su evolución.

«Michel Monet con gorro de pompón» es una obra muy importante en la trayectoria del pintor. Retrato de su hijo, estandarte de las obras de las que nunca se quiso desprender, muestran ya sus características pinceladas, su dominio del color.

La colección nos permite contemplar obras de su colección particular, como decimos, como este retrato de Monet pintado por Renoir. De grande a grande.

«El tren en la nieve», pintura que representa el movimiento de un tren y el humo que lanza, enlaza el tratamiento de la perspectiva con el del color, con el que crea un ambiente de espacio al aire libre que anticipa su característica forma de pintar «al plein air»: la conjunción del arte y la industrialización.

Monet planta su caballete en los escenarios al aire libre, estudia los cambios de la luz para crear con ella el ambiente, con escenas que en estos cuadros retratan su vida cotidiana familiar, como en esta «En la playa de Trouville»

Con esta obra «El velero, efecto del atardecer», Monet nos pone frente al más impactante cromatismo, con una paleta de colores que comparte el mar con el cielo, del gris al naranja, con el punto de luz que ofrece la figura del velero.

Este «El Parlamento, reflejos del Támesis», pertenece a una de sus series; pinturas realizadas a distintas horas en el mismo lugar para captar, con cada una de las luces, los distintos escenarios que presentan.

La colección personal de Monet alberga joyas de otros autores, intercambios, regalos o adquisiciones que quiso conservar, como esculturas de Rodin, por ejemplo. Arte llama a arte.

Quizá la estrella de la exposición sean los «Nenúfares», con los que Monet se acerca cada vez más a un pretendido «abstraccionismo», con esas pinceladas de color que aportan una luz increíble, y también con un progresivo problema de visión.

Con las «Glicinas» Monet nos regala belleza, delicadeza, la perfecta conjunción de los colores para crear el aire, la atmósfera en torno a las flores de su jardín, que fue inspiración al mismo tiempo que escenario.

En este caso, el famoso «puente japonés», ejecutado con ese supuesto estilo abstracto que caracterizó el final de su vida artística.

La exposición contiene también un regalo especial: la paleta, las gafas y la pipa del pintor, elementos tan suyos que nos emocionan, como si hubiésemos entrado en su estudio a curiosear.

La muestra nos ofrece también una recreación inmersiva del jardín de la casa de Monet en Giverny en las distintas estaciones del año.

Y no nos extraña que no pudiera reprimir el deseo de pintar todas y cada una de sus imágenes.

DÓNDE:

Centro Centro

Plaza Cibeles 1

Madrid

Hasta el 25 de Febrero de 2024

Comer donde siempre

Hay lugares donde siempre hay que volver, también para disfrutar de la buena mesa. Lugares por donde pasan los años sin quitarles ni un ápice de sabor.

Eso pasa en «La Parra», lugar de encuentros desde hace más de treinta años, después de haber estado presentes en Sevilla y Londres.

De ahí precisamente su particular decoración, que lo hace parecer mezcla de taberna andaluza y club inglés.

Elegancia, belleza, luces que le dan un ambiente único, la Parra es un lugar no sólo para comer bien, sino también para disfrutar de una buena charla en torno a la mesa.

En estas mesas se han desarrollado interesantes sobremesas, se han firmado muy importantes contratos, se han llevado a cabo acuerdos y negocios de alto nivel, pues su clientela está compuesta fundamentalmente de hombres de negocios y grandes personalidades.

Hoy vamos a comenzar con unas anchoas de Santoña, con el salazón justo para ser un bocado exquisito, acompañadas de pan de cristal con tomate.

Hago caso a la sugerencia de uno de los platos estelares de la casa: falso ravioli de gamba roja y cigala. Sencillamente espectacular.

Una carne: solomillo ibérico escabechado. Cuando la carne es buena, las salsas suaves y sabrosas , el éxito está asegurado.

Compartimos un par de postres: hojaldre fino de crema de queso y coulis de frutos rojos, con una textura perfecta y un sabor conseguidísimo,

y , cómo no, la tartaleta de limón. Espectacular. Ahí no soy objetiva: es mi postre favorito.

Otro de esos lugares ‘de toda la vida es «El Barril», allí donde los madrileños tomamos el «vermú» de toda la vida, en aperitivos que muchas veces se convierten en comidas con largas sobremesas.

Aunque la firma cuenta con varios establecimientos en Madrid, seguimos la tradición familiar y vamos al de Goya, que dispone de barra para el aperitivo rápido con mesas y comedor para otra opción más tranquila.

Hoy vamos de aperitivo, así que lo haremos a la madrileña, con vermú (aunque el azúcar me lo impida a mí).

Optamos por unas gambas al ajillo, preparadas donde podemos ver cómo las hacen, de tamaño más que adecuado y con buen aceite, en su justo punto de picante; solo el sonido que desprenden ya merece la pena.

Continuamos con unos calamares a la andaluza, imprescindibles en todo aperitivo madrileño que se precie, con el rebozado justo. La materia prima de este lugar es de lo mejor que hay en Madrid.

Otro de esos lugares «de siempre» es Cañadío, el primero de los locales que la firma cántabra tiene en Madrid y apuesta segura.

Comenzamos con una ensalada de Bacalao, con cebolla roja, lechugas y tomate. Un entrante ligero y delicioso, que permite degustar sin sentirse lleno,

para poder probar unos Buñuelos de merluza en Tempura con Suave Alioli, que es tal y como describe el enunciado. Cómo pueden conseguir esa ligereza y potente sabor al mismo tiempo es secreto de la casa.

Probamos también las croquetas de chorizo, originales, ligeras y con esa masa que se deshace al morderlas en un puro deleite. Magníficas.

No se puede uno marchar de un restaurante cántabro sin probar las rabas, estandarte de la casa y, por supuesto, deliciosas.

De plato fuerte, elegimos Rabo de Vaca deshuesado con mollejas y su jugo; plato contundente pero realizado con tal maestría que no resulta nada pesado, después de lo que ya llevamos probado.

Porque hay que dejar un pequeño hueco para la estrella de la casa,: la tarta de queso, una de las mejores de Madrid: cremosa, suave, indispensable fin de fiesta para una comida especial.

DÓNDE:

La Parra

Calle del Monte Esquinza 34

Madrid

El Barril

Calle Goya 86

Madrid

Cañadío

Calle Conde de Peñalver 86

Madrid

En tierras de letras

Hoy vamos siguiendo el rastro de las letras por tierras de Castilla. Extendemos la vista hasta el firmamento, más allá de campos cultivados, verdes hoy y a veces amarillos.

Nuestro primer destino hoy es Urueña, pueblo donde la piedra se hace letra y cada casa es refugio de piel y papel.

Nos hemos ido de repente a la infancia, recorriendo calles adoquinadas, contemplando balconadas con flores y soñando con volver a jugar.

Porque pasear Urueña es detener el tiempo, volverse niño que se esconde tras los muros de la iglesia, buscando aventuras, convirtiéndose en los personajes de los libros que lee.

Porque Urueña son sus librerías, sus espacios singulares llenos de letras, donde bucear en las historias más increíbles, en las vidas más atractivas.

Entrar en sus librerías es recuperar aquella emoción de las primeras letras, torpemente tecleadas en aquellas mastodónticas máquinas de escribir matadoras de dedos, donde quedaron aquellos primeros cuentos, que quién sabe dónde andarán…

Pero también son hogar de joyas, testimonios antiguos de un mundo que se nos fue de las manos y al que acariciando sus lomos querríamos volver. Volver con tiempo, sin tiempo de marchar.

Pero seguimos camino para abrir otras ventanas, para respirar otros aires que nos den paz. Nuestra siguiente meta es Benavente, ese lugar por el que hemos pasado mil veces sin detenernos. ¡Y no sabíamos lo que nos perdíamos!

Nos damos un capricho y nos quedamos en el Parador, suntuoso castillo del siglo XXI del que se conserva la Torre del Caracol, con su magnífico salón del artesonado. Puro ensueño.

Sólo por estar un rato en este lugar tranquilo, respirar su aire y disfrutar de su jardín ya merece la pena venir.

Un paseo inolvidable, flanqueados por la sombra de árboles, acunada por el murmullo del viento entre las hojas, nos lleva hasta el centro del pueblo.

Cerramos los ojos y creemos escuchar música, una banda o una orquesta, desde ese sueño antiguo de templete. Sentarse un rato a la sombra se impone.

Antes de introducirnos de lleno en el centro histórico de Benavente, nos pasamos por uno de los mayores atractivos del lugar: la Casa Solita.

Centro cultural, biblioteca, edificio bellísimo de reminiscencias modernistas, recorrerlo es retroceder en el tiempo, sentirse dama de alcurnia; no sé por qué, leer «La Regenta»… la mente vuela a las páginas de cualquier novela decimonónica. Disfrute.

Seguimos el paseo y nos topamos con la iglesia románica de Santa María del Azogue, bella de día y de noche, de imponente interior.

Un paseo por el centro, dejándose acariciar por la luz de la noche, tiene una magia muy especial. Un lugar de esos a los que querremos volver.

Seguimos camino a la Plaza Mayor y nos encontramos con el teatro Reina Sofía, construido a principios del siglo XX y que hoy representa el lugar más importante del mundo escénico en la zona.

Otro de los lugares a visitar es la iglesia de San Juan del Mercado, también de estilo románico, con artesonado de madera y tejado a dos aguas.

En su interior destacan las pinturas del ábside central, que representan el bautismo de Jesucristo. En el exterior, el tímpano del pórtico sur, que representa la Adoración de los Reyes Magos. Maravilla.

Pero lo mejor de Benavente es tu gente y los lugares donde trabajan. Hay que reservar un poco de tiempo para cuidarse en un lugar como Sándalo Ecotienda, donde encontrarás todo lo necesario para la belleza y la salud.

Y, por supuesto, la Librería de Ángela, lugar de letras pero sobre todo de sueños, donde Ángela y Verónica, con la ayuda inestimable de Óscar, te regalan sonrisas de las que calientan el alma. La razón de conocer Benavente. Nunca os lo agradeceré lo suficiente.

Una tarde inolvidable.

DÓNDE:

Parador de Benavente

Paseo de la Mota s/n

Casa Solita

CTA. del Río 1

Iglesia de Santa María del Azogue

Pza. de Santa María 7-9

Teatro Reina Sofía

Calle de la Rúa 33

Iglesia de San Juan del Mercado

Calle Encomienda 12

Sándalo Ecotienda Herboristería

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La Librería de Ángela

Calle de los Herreros 38